Nuestra
tradición de conmemorar a los muertos, es una de las más entrañables y
difundidas en nuestro país. Tiene un carácter eminentemente religioso que no
sólo tiene fundamentos cristianos tomados de la costumbre de “honrar a los
fieles difuntos”, sino que conserva muchas de las características del
ritual funerario practicado por nuestros antepasados prehispánicos, y se ha
realizado desde épocas ancestrales. Los actuales pobladores siguen manteniendo
con modalidades y ritos muy similares en lo fundamental, pero con variantes de
acuerdo a sus propias creencias y costumbres.
En
nuestros días, la conmemoración del día de muertos conserva esa carga
significativa, religiosa y popular que sigue rindiendo tributo a los ya idos,
en un ambiente de duelo y de fiesta, de tristeza y de algarabía, porque pervive
la creencia en la continuidad de la vida después de la muerte, de que las almas de
los muertos viajan y se comunican con los vivos; la incertidumbre acerca del
destino de las almas provocada por la certeza del juicio final que enviará a
los espíritus al cielo, al infierno, al purgatorio o al limbo, siguen siendo el
sustento y razón de ser de los rituales funerarios.
Es
por eso que nosotros montaremos una unión cultural, combinando cuatro tipos de
ofrenda en una sola, representando la diversidad cultural de nuestro país. La
primera de ellas la prehispánica: Consiste en un círculo de sal o
cal, elementos santos que purificaban la ofrenda, seccionado en cuatro partes
orientadas a los puntos cardinales. Dentro del círculo en el centro los
alimentos y bebidas, además de objetos que gustaran al difunto. El círculo
completo representa el universo en su totalidad, infinito y eterno, pero
cíclico. Cada una de estas secciones representaba un elemento, una hora del
día, una estación del año, una región del universo y un Dios determinado.
El SUR se
pinta de rojo y simbolizaba el fuego, elemento del poder, la
vivacidad, creación y destrucción. Símbolo del verano, tiempo de la siembra,
del calor y la lluvia, cuando la vida crece desmesuradamente y la Tierra está
más cerca del Sol; era el astro rey al mediodía, cuando hay más luz y calor. Se
honraba a Huitzilopochtli, Xiuhtecuhtli y Huehueteótl.
El OESTE de
color azul y representaba el agua, elemento de transformación, cambio
y renovación; el otoño, cuando las hojas caen y se recogen las cosechas, cuando
el Sol comienza a morir y a decaer y el frío y la obscuridad comienzan a tomar
fuerza, el ocaso. Se celebraba a Tláloc y Chalchitlicue, los señores del agua y
la fertilidad.
El NORTE se
pintaba de negro y simbolizaba la tierra, el elemento de la
estabilidad y la firmeza, de la fuerza. Era el invierno, la época cuando el
mundo se sumerge en tinieblas, y la noche, cuando Coatlicue, la señora de la
Tierra devoraba simbólicamente a su hijo Huitzilopochtli, el Sol. Este
fragmento de ofrenda representaba el Mictlán y sus reyes: Mictlantecuhtli y
Mictecacihuatl. También se honraba a Tezcatlipoca, señor de la ilusión y la
obscuridad.
El ESTE era
de color amarillo y representaba al aire, elemento de transmisión y
libertad, de la inteligencia; era la primavera, tiempo de renacimiento, cuando
el frío comienza a pasar y la vida regresa, el amanecer, cuando el Sol renace
triunfante sobre la obscuridad. Esta parte representaba la región de Quetzalcóatl
donde también se ubicaban Xólotl, Ehécatl y Xochipilli.
2° En el centro del círculo emergerá una ofrenda base de tres niveles, la cual simboliza desde los Aztecas el cielo, el inframundo o el purgatorio y la tierra, donde predomine el morado que simboliza el luto en la religión católica y el amarilla que simboliza el luto prehispánico, que significa la unión entre la vida y la muerte.
Cielo:
Lo ensalza un arco de cempasúchil simulando la bienvenida a los fieles
difuntos, saliendo del arco cadenas de papel picado de muchos colores
simbolizando la alegría de vivir. Dan la bienvenida al alma, adornando y
aromatizando el lugar durante el tiempo en que viene de visita. La flor blanca
representa el cielo; flor amarilla la tierra y la morada el luto.
Tierra:
La mesa dividida en cuatro puntos cardinales, caminos a dónde van los muertos
según la forma en que se mueren.
Si
la persona murió a causa de rayos, lluvia, inundaciones o ahogados van al Este.
Al
Oeste van las mujeres que mueren luchando por la vida o en el parto.
Al
Norte va la gente común y corriente
Al
Sur van las almas de los guerreros y las de los bebés.
Ubicación
de las ofrendas: Distribuida en cuatro partes se coloca:
Al
este: Elementos que tienen que ver con el agua, la primavera y el color
amarillo, una jarra de agua, significa vida y energía para el camino. Al
norte: Elementos que se relacionan con el aire, el invierno y el azul. Se
coloca el incienso, el humo del simboliza el paso de la vida a la muerte. Al
sur: Significa la Tierra. Se relaciona con el verano y con el color verde. En
este espacio se colocan objetos de barro. Al oeste: Se relaciona con el
fuego, el otoño y el color rojo, en este lado se coloca un cirio, que simboliza
lo soledad de las almas en su viaje y velas, sus llamas representan la
ascensión del espíritu, también significan luz, guía del camino
Dentro
de la ofrenda de 3 niveles, se levantara en forma simbólica un altar que consta
de 7 niveles o escalones representan los 7 niveles que tiene que pasar el alma
de un muerto para poder descansar en paz.
Primer
escalón: Se coloca la foto del santo o virgen de la devoción.
Segundo
escalón: Está destinado para las ánimas del purgatorio: Sirve para obtener la salida
del purgatorio del alma de nuestro difunto por si acaso se encontrara ahí
Tercero:
En este se coloca la sal, Evita que el cuerpo se corrompa.
Cuarto:
Lugar del pan de muerto, elemento principal de la festividad. Se ofrece como
alimento de las almas que vienen al altar.
Quinto:
Comida y fruta que fueron los preferidos por el difunto.
Sexto:
Foto del difunto a quien se dedica el altar.
Séptimo:
Se coloca una cruz formada por semillas o frutas.
Calaveras
de azúcar: Sin son de tamaño mediano se coloca en el nivel superior, su
presencia es una costumbre indígena que hace alusión a la muerte. Las calaveras
pequeñas se colocan en nivel bajo, son dedicadas a la Santísima Trinidad, y una
grande en el mismo nivel, al Padre Eterno.
El
licor, el tequila preferiblemente. Es una invitación para que el alma recuerde
los grandes acontecimientos agradables durante su vida y decida visitar a los
vivos.
Y
por último la ofrenda de nueve niveles, que simboliza según los mayas los
niveles del inframundo que tenías que recorrer para llegar al Mictlan
(Itzcuintlán, Tépetl Monamicyan, Itztépetl, Itzehecáyan, Pancuecuetlacáyan,
Temiminalóyan, Teyollocualóyan y Itzmictlán Apochcalocán) hogar de los señores
de la muerte y obtener el descanso, estos nueve niveles son extrínsecos ya que
el 1° nivel es la ofrenda azteca, otros 7 niveles representados por la ofrenda
de 3 niveles que alberga a la de 7 niveles, teniendo un total de 8 niveles y 9°
el Mictlan será simbolizado por las cadenas de papel picado en lo más alto de
la ofrenda.